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lunes, 27 de febrero de 2012

Desiertos.

Los puestos fronterizos de Argentina y Chile por el desierto de Atacama distan cientos de kilómetros. ¿por qué?, muy sencillo, porque no hay nada.Nada. Infinitas llanuras secas. Cumbres nevadas. Lagos de colores imposibles. Nada. Vacío.
El vacío es el lugar de las ausencias. Esa idea me obsesiona. Cuanto más grande es el vacío más evidentes son las ausencias. Más obsesivo el sentimiento de soledad. Las ausencias aparecen de la mano del vacío. Cuándo te rodea la exhuberante vegetación no hay vacío. Siempre puedes mirar cualquier cosa. Siempre puedes dejar de pensar. En el desierto no. En el desierto viven los recuerdos. El desierto te enfrenta a tu yo más cruel e intolerante.
Nadie en su sano juicio vendría a un desierto a olvidar nada. Es imposible. Cientos de kilómetros de aridez, de ausencia de vida. Quien se adentra en un desierto sabe lo que le espera. Nunca podría ir solo, no podría acarrear suficiente agua como para sobrevivir. Moriría de sed. La más horrible de las muertes.
Nadie: los egipcios nunca se separaron del Nilo por miedo al desierto. Herodoto, el gran historiador griego, en su viaje a Egipto tampoco se despegó del Nilo. Los Incas, hijos del Sol, Padre del Desierto, solamente se adentraban en contadas ocasiones. En los grandes desiertos del Norte de Kenya, de Sudán... solamente habitan tribus hostiles que sobreviven en un océano de fuego. O te mata o te enloquece.
El desierto ardiente es también un desierto interior, un desierto metafísico, un desierto existencial. Un paso escalofriante hacia tus miedos más ancestrales. Recuerdas preguntas. Dudas respuestas. Miras a los ojos de una soledad no elegida. Una soledad que es lo suficientemente hija de puta como para no dejarte en paz ni un minuto. Lo suficientemente obsesa como para repetirte que tu también eres un desierto. El desierto. Todos los desiertos.

7 comentarios:

CARMEN dijo...

Precisamente porque los desiertos te remueven por dentro como ningún otro sitio, no sé si por la soledad, por la luz..., el caso es que también te enganchan.

CARMEN dijo...

Precisamente porque los desiertos te remueven por dentro como ningún otro sitio, no sé si por la soledad, por la luz..., el caso es que también te enganchan.

Ana González-Muriel dijo...

La verdad es que esos momentos deben de ser terribles, sentir esa soledad tan absoluta, ese vacío... quizás sea incluso más terrorífico que la muerte, y quizás por eso los seres humanos siempre hemos buscado la compañía de nuestros semejantes.

Kis dijo...

Enfrentarme al vacío es lo más duro que he hecho en mi vida... y lo mejor. Del vacío surge la creación, van indisolublemente unidos.

Antonio dijo...

Lo siento, pero con este post no me das envidia. Yo necesito agua, mucha agua, aunque sea envasada en forma de vegetal. Por cierto, hoy he estado con tu hermano y nos preguntábamos si con La Niña ha florecido Atacama este año... La respuesta la sabemos, pero es para comprobar que realmente estás allí y no contándonos milongas tumbado en una hamaca en una playa caribeña, con una piña colada entre las manos (jejeje). Como siempre te digo ¡vívelo!

blanca dijo...

Desisierto,sol axfisiante,arena ardiendo, soledad, vacio,nada...muerte...Como bien dices igual es ese miedo a encontrarnos con ese alguien que nos recuerda quien somos, ese alguien que es nuestro único y mejor amigo y a la vez único y peor enemigo...e.se alguien que nos dice lo grande y misireblas que somos a la vez... ese alguien con el que a pesar de todo te ha tocado vivir...Ese alguien que...ERES TU MISMO!!!sin nada, vacio, desnudo...,con tus pequeños errores y tus grandes virtudes...únicamente y excluxivamente TÚÚÚ...
Muchisimas gracias por tus pensamientos.Realmente bonito.CUidate mucho Marcos.BSS

Anónimo dijo...

Todos vamos contigo cada vez que te leemos.
Di