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jueves, 6 de septiembre de 2012

John y el loco Orden Mundial


Se acaba el día. Queda algo más de una hora para que anochezca. John anda con paso ligero, con una manta de cuadros sobre sus hombros, una túnica roja y unas sandalias hechas con cubiertas viejas de coche. Cada vez corre un poco más. Siempre van con paso ligero a todos lados. Un punto rojo en un mar de hierba. Como siempre entabla una conversación afable con los visitantes, habla de fútbol (es del barcelona) y a veces de comida o de tradiciones. Cada poco tiempo estalla en una ruidosa carcajada y me agarra por el hombro, haciendo un amago de abrazo.
Se acerca a una pareja de recién casados, llevamos algo más de quince minutos hablando de las bodas:
-Los masai se pueden casar con más de una mujer. Pero es caro. Pones hasta cinco vacas y tienes que matar otras dos. No es barato para un masai casarse... ¿Cuánto vale casarse en España?-Mira a la pareja de recién casados.
-Pues unos veinticuatromil euros...
John toma su bastón y comienza a hacer cálculos en el suelo. Nos mira con los ojos como huevos, mezcla entre pavor y sorpresa...
-Eso son unas 60 vacas... aquí con eso te casas con la hija del jefe- se ríe estrepitosamente, ante la suculenta idea de ser el yerno del jefe, acto seguido se pone serio y me mira...
-...60 vacas... eso es mucho... supongo que después de pagar eso tendréis ya vuestra casa lista para vivir en ella y vuestro terreno para poner a los animales...
-No John, le contesto, allí no es tan fácil, las casas se adquieren de otra manera, no es tan sencillo...
-¿Cómo se compran las casas?-pregunta sumamente interesado
-¿Te lo explico en vacas o en dinero?
Se carcajea de nuevo y me toma por el hombro
-En vacas... ¡sabes que soy masai! entiendo mejor todo en vacas- me guiña el ojo a espaldas de los clientes.
-Pues bueno, brevemente, supongamos que tu casa vale veintemil vacas, ¿de acuerdo?
- De acuerdo
-Pues tu sólo tienes doscientas... ¿Qué harías?
-Olvidarme de la casa...
-¡Pedir diecinueve mil ochocientas!- Se ríe con un aire a Louis Armstrong
-Es una locura... ¿cuánto tardas en devolver esas vacas?
-40 años, más o menos.
-Pero entonces, no compras una casa, compras una tumba...-Todos agachan la cabeza impresionados por semejante respuesta.
-No solo eso John, ¡al final devuelves treintamil vacas!
-Diablos... ¿Y quién tiene tantas vacas para prestar?
-Nadie.
-Pero entonces... el que las presta, ¿de dónde las saca?...
-Son de otros, el solamente es el dueño del establo...
-¿Presta unas vacas que no son suyas?- Puedo afirmar que en mis vueltas por el mundo no recuerdo semejante cara de estupor- Si un masai hiciese eso... ¡Lo mataríamos!-Todos enmudecieron ante tan atractiva idea.
-Y si durante los cuarenta años no se las puedes pagar... te echara de tu casa y te devolverá muchísimas menos vacas que las que  has pagado.
-¡Pues con más razón! ¿y como permite el gobierno eso?
-Porque también prestan vacas al gobierno...
-¡Vacas que no son suyas!...-ahora mira enfadado- Ahora entiendo porque estáis como estáis: Necesitáis cien veces más vacas que las que tenéis para poder vivir, se las pedís a alguien que no es el dueño, os condenáis para devolverlas y vuestros jefes no hacen nada. Es una cosa de locos. Es ridículo...-avanza unos metros y se apoya en el bastón, en equilibrio sobre una pierna- ¿Sabes qué Marcos?... ¡es mucho más fácil ser Masai!
Durante el camino de vuelta nadie habló. Todos mirábamos al suelo. Abatidos por la tristeza de haber olvidado lo que realmente importa. Aplastados por la lógica de John, que caminaba a paso ligero, libre, por el inmenso mar de hierba. Por su casa.