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lunes, 27 de septiembre de 2010

El dia que vi un hipopótamo (formas racionales de miedo irracional)



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Últimamente me gusta recordar, ya sea por nostalgia o por evadirme de una realidad plagada de preguntas y planes, la primera vez que vi una bestia salvaje. Fue aquel hipopótamo en el Lago Baringo, en Kenia.
Dormía como un angelito las pocas horas que me permito. De pronto me despierto sintiendo que HAY ALGO GRANDE CERCA, es desconcertante, no lo oyes, no lo ves, pero sabes que está ahí. Más tarde oí una segadora de 1500 kilos arrancando la hierba con una precisión escalofriante, podría haber contado las briznas de hierba que AQUELLO arrancaba a menos de 3 metros, para aquel entonces ya sudaba de miedo, respiraba rápido… y miré por la mosquitera, un animal enorme se recortaba a la luz de la luna con el lago de fondo. Pase el resto de la noche en vela como un niño de 15 años después de su primer beso con lengua.
Después vinieron aquellos leones en Nakuru… aquello fue otra historia… la nitidez con la que se oían los rugidos, y lo que es peor, como respiraba entre rugido y rugido… contuve la respiración que se desbocaba, intenté no oir los latidos frenéticos para convencerme de que no tenía tanto miedo mientras el león pasaba detrás de mi tienda, casi rozándola… No es un miedo habitual, no es un miedo del día a día, no es miedo a que te echen del trabajo o a que te deje tu novia… es un miedo ancestral, un miedo de PRESA : miedo a que un animal de 200 kilos te devore… aquella noche no pude dormir.
Sabiendo que los hipopótamos no entrarían en las tiendas y que los leones no están lo mas mínimamente interesados en comerse a un extraño mono vestido con mucha ropa y demasiados huesos, tuve miedo, un miedo tan increíble e irracional que aún me gusta recordar cuando alguien me habla del futuro.