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miércoles, 10 de octubre de 2012

Cuestiones básicas...

Es que son cuestiones básicas ¡coño!- me espeta uno de los viajeros mientras mantenemos un arduo debate sobre la ablación, el maltrato a las mujeres o las condiciones insalubres de vida- Nadie que sea humano lo dudaría. Cualquiera que corte el clítoris de sus mujeres o les pegue o viva en una pocilga no merecería vivir... ¡Y ya está!-yo mantengo un prudente silencio, estoy acostumbrado a que en demasiadas ocasiones se viaje más con los pies que con la cabeza.
Nos apeamos en la tribu de los Pokot. Los Pokot pertenecen a una amalgama de pueblos que habitan el norte de Kenia,  poco relacionados entre si que los ingleses no supieron como clasificar y se incluyeron bajo la denominación de "Kalenjin". Durante la descolonización se les asignaron tierras (cosa bastante estúpida, dado que se trata de una tribu ganadera nómada: los límites de su territorio están marcados por los pastos buenos y los flechazos de sus enemigos, generalmente Samburu y Turkana). Este reparto de tierras resultó ser una hábil estrategia para desplazarlos a las tierras menos ricas. Desde entonces viven, en los años buenos, comerciando con sus vecinos Turkana o Samburu, en los malos, matándose con ellos.
Entramos al poblado entre una nube de polvo. Nos reciben dándonos la mano, sonriendo.
Comienzan las preguntas a nuestro guía,Sam, un pokot muy majo al que los pantalones vaqueros le quedan terribles...
Lo que más llama la atención es una casa de adobe con techo de chapa en medio de las chozas de paja.
-¿Por qué está esa casa ahí?-pregunta un avivado viajero
-La construyó una ONG alemana. Decían que no podíamos vivir en las chozas. Que no era sano.
-¿Está habitada?
Sam rompe en una ruidosa carcajada-Noooo... estuvo habitada un par de días, pero la abandonaron....
-¿Por qué?
-Con la primera lluvia el ruido dentro era atronador. Si vienen a robarte el ganado no los oirías.Suena lógico ¿verdad?.
Todos abren los ojos. Parecen haber entendido.
Una chica joven clava la vista en los enormes collares de cuentas... -¿y esos collares?
-Indican que la chica ha pasado el ritual de la ablación. A los trece años (aquella niña aparentaba no más de quince)
De pronto la cara de todo el mundo adquirió un tono grave. Ya no podían mirar a Sam a los ojos.
-¿Practican la ablación?.
-Sí, como otros muchos pueblos...
-¿Y ellas quieren?
-Sí, no les queda más remedio. Nadie se casaría con una mujer con clítoris. Sería repudiada y desprovista de tierras. Moriría de hambre.Sola.-Caras largas, como personajes de un cuadro de Modiglianni.
Un niño pasa por nuestro lado, tiene unos 5 años- Desde los tres o cuatro años los niños duermen fuera de las casas, tienen que cuidar el ganado, si pierden alguna cabra les caerá una tremenda tunda...
-¡Eso es violencia con menores! dice el mismo indignado con el que abro el relato.
-No, no lo es, si fuese adulto o mujer le pegarían igual. Aquí el ganado es la vida. A los doce o trece años los jóvenes se harán heridas unos a otros (escarificaciones) para demostrar valor.
-¡Una salvajada!
-No lo es. ¿Si un día vas por el bosque, te dan un flechazo, y tu compañero, el único que te puede salvar, se marea porque tiene miedo a la sangre, qué harías?-Todos callan.
Los pokot corren hacia una pequeña explanada. Se disponen a bailar dando tremendos saltos y gritos. Se ríen y sacan a bailar a todos los que encuentran delante. De pronto se monta una tremenda fiesta. Danzan delirantes y todo el mundo sonríe. Sus caras están felices. Niños, mujeres embarazadas, hombres... se agarran de la mano. Nos vamos y la fiesta sigue.
Una vez más, y ya van treinta, me voy de ese poblado sin poder tacharlos de salvajes, de incivilizados, de malos. Me voy sin querer matarlos,. Pensando que merecen toda la vida que merecemos nosotros.
El indignado no habla. Solo mira al suelo.