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viernes, 30 de noviembre de 2012

Quizás el paraíso no exista -pienso mientras doy un trago largo a una cerveza helada- puede que no exista, pero la idea no me preocupa.
Las mujeres suben por la linea de costa, desde el mar, cargadas con sacos de algas que venderán a una empresa japonesa que elabora cosméticos. Un remolino de niños corre a bañarse y otros juegan un partido imposible en un terreno en cuesta, sin camiseta y con unas porterías desproporcionadas. Todos son árbitros.
Apenas el sol ha caído y ya una hilera de barcos de madera sale hacia el mar. Los pocos blancos que hay cerca pasean pisando la delgada línea de espuma que dejan las olas y las huellas se borran a cada lametazo de agua tibia. Mañana ya no quedará nada. Todo lo que había, las huellas, las botellas rotas, las porterías, las algas... todo se lo llevará el mar hasta lo más profundo. Mañana a volver a empezar, a volver a poner la portería, a esquivar nuevas botellas rotas, a caminar nuevos pasos.
Quizás el paraíso no exista, pero la idea no me preocupa.





Fotos tomadas en Jambiani, Isla de Zanzibar- Tanzania, Noviembre de 2012

jueves, 15 de noviembre de 2012

Estatuas.

Como moscas atrapadas en la inmensa tela de araña de calles y plazas y edificios. Hablan de las guerras que libraron los hombres, contra los dioses, contra los elementos, contra ellos mismos. El día en el que ya no podamos vivir aquí, cuando hayamos tenido que abandonar las ciudades, las calles, las casas... ese día nos odiarán por haberles hecho las piernas de piedra, la piel de piedra, el corazón de piedra. Sufrirán como hombre y mujeres y dioses de piedra en ciudades de piedra y desearán poder ser de carne y hueso para asesinara a quién así las hizo. Por ahora permanecen firmes, quietas, observándonos caer poco a poco y de espaldas hacia el infierno de nuestra propia creación.

Fotos tomadas en las calles de Florencia, Italia. Primavera 2012