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miércoles, 11 de julio de 2012

Mañana de domingo...

Amanece. Mañana de Domingo. La humedad baja por los bordes de la caldera del Ngorongoro como espuma rebosando por el vaso más grande del mundo. se desliza suavemente hacia el interior y se queda a medio camino barrida por el viento. Un rato más tarde ya no quedan nubes, todas se han ido escapando fuera del agujero. No hay casi gente y se respira frío. Los pocos que hay se esconden en sus prendas como tortugas.Pienso que esconderse del frío es inútil. Tanto como esconderse de la muerte o del aire.




Pienso que estas horas, en mi ciudad estarán las calles vacías, transitadas sólo por los que vuelven de una noche loca, de una aventura al filo de la madrugada, pensando en toda las mujeres que se fueron con otros, magreándose en un portal o limpiándose los restos de sangre de la última pelea. Mañana de domingo. Sexo y sangre.