Se que no me conoces, pero yo a
ti si. Te vi cazar por primera vez hace algo más de un año. Hacía un calor aplastante. Era mi primera vez en el
Serengeti, la primera vez que veía cazar. Aquella vez estabas acompañada. Jadeabas mirando fijamente a una cebra enorme. Después de derribarla de forma impecable la escondiste entre los arbustos y fuiste a llamar al resto. Todos comieron. Lo recuerdo como si fuera hoy. El temblor. El deslumbramiento. Los escalofríos. La belleza de la muerte. Más tarde me dijeron tu nombre:
Snork.
Te he vuelto a ver este año. Estabas un poco más vieja pero tu cicatriz aún seguía allí, en tu nariz. Aún me sigo preguntando por qué fue... supongo que alguna trifulca, algún zarpazo de alguien que se creyó más listo que tú... ¿cómo quedaría tu rival?.
¿Sabías que eres sorprendente? ¿Sabías que me estremecí de belleza cuándo te vi correr por vez primera? ¿Sabías que cada vez que pienso en algo perfecto se cruza aquella caza por mi cabeza?
Probablemente no. No me importa.
Me gusta tu cicatriz. Eres bella. Eres perfecta.